domingo, 20 de junio de 2010

La belleza del Diablo.


La semana pasada me sorprendió el titular de un diario. El enunciado decía que en una localidad de 25.000 habitantes ubicada en el extremo noroeste de Argentina en muy poco tiempo se habían suicidado 8 adolescentes.

Sorprendido por la noticia busque información y resulto que los suicidios no eran tales. Eran el resultado de un juego macabro. El juego consiste en provocarse asfixia y aguantar lo más posible. Este insólito juego ha recorrido el mundo causando numerosas muertes de jóvenes y presumiblemente de adultos y en otros casos severas lesiones cerebrales.

Otra noticia insólita que publicaron los medios en los últimos días fue sobre algunos jóvenes que quieren consumir bebidas de alta graduación, especialmente vodka, a través de los ojos. Efectivamente se echan vodka sobre los ojos y en muy poco tiempo obtienen una formidable borrachera. Admiten que este sistema les produce ardor en el globo ocular pero sin embargo persisten en la práctica. Obviamente esta acción puede causarles lesiones oculares tales como: ulceraciones, disminución de la capacidad visual y hasta ceguera.

Este comportamiento autodestructivo de gran parte de la juventud señalado en las practicas citadas y en otras por todos conocidas debe hacernos pensar. Tanto yo como los lectores adultos del blog en su momento fuimos adolescentes y si bien no ganamos el Premio Nobel a la buena conducta tampoco teníamos esa conducta autodestructiva. No éramos, muchos de nosotros, modelos de seriedad pero estudiábamos, trabajábamos y nos divertíamos dentro de nuestras posibilidades sin caer en grandes excesos.

¿Que provoco este cambio de conducta en los jóvenes? Quizás la respuesta haya que buscarla en la complicada sociedad actual y el contradictorio mensaje que les da a los jóvenes. El adolescente se encuentra con profesionales universitarios que deben esforzarse para llegar a fin de mes con sus sueldos y con un burro que por patear una pelota en una cancha de futbol gana fortunas. La TV les informa que para ser feliz debe comprar costosos automóviles, tener el ultimo modelo de telefonía móvil o viajar por tal o cual aerolínea pasar sus vacaciones en lugares paradisíacos.

La mayoría de los jóvenes sabe que no tiene posibilidades de obtener esos bienes y se desmoraliza y piensa que no tiene horizontes. Otros, en cambio, provienen de familias con grandes ingresos económicos y obtienen esos bienes sin ningún esfuerzo, lo que para satisfacerse, los lleva a buscar otras cosas.

Los adolescentes pobres ven a sus padres y parientes adultos trabajando por sueldos miserables cuando no desocupados y las figuras paternas se desdibujan con facilidad. Algunos, pese a todo se esfuerzan para poder estudiar y trabajar para poder salir de ese pozo económico pero otro se dan por vencidos antes de comenzar la lucha.

Otro gran tema es el auge de las drogas entre los jóvenes, en el pasado mes de febrero en una importante ciudad de la Provincia de Buenos Aires, precisamente en la plaza frente a la catedral local, pude ver a un grupo de jóvenes drogándose a plena luz del día y sin el menor disimulo. Obviamente eso no pasa solo en esa ciudad sino que se repite en numerosas ciudades del país y del mundo.

Si alguien se hubiera propuesto reducir drásticamente la población mundial no podría hacerlo mejor. En efecto si destruimos a los jóvenes llegara un momento en que la generaciones de recambio serán reducidas y en su mayoría de un bajo nivel intelectual.

Todo esta situación solo se podrá solucionar con un cambio económico que haga ver a los jóvenes que tienen futuro y que vale la pena pelear por el. Ese cambio económico en las actuales circunstancias es una utopia y será peor que eso si los jóvenes no luchan para conseguirlo, a ellos les queda esa responsabilidad.

En un episodio de los Simpson, una de las maestras de la escuela primaria de Springfield le dice a sus alumnos:

− El mundo que se viene es muy difícil, me alegra no tener que compartirlo con ustedes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario